27/12/08

Huellas en la niebla

Va tras esa figura que camina por mitad de la calle, alejada de todo de un modo casi etéreo.
Se arrastra tras su grácil silueta, de pasos elegantes y felinos, que fluyen casi como la superficie de un lago mecida por el viento.
Levita como un satélite, cada vez más cerca de la marmórea faz y cuidado aspecto, impecable hasta en el más mínimo detalle (los brillantes zapatos negros, la cadena que sobresale de su chaqueta donde guarda el reloj de bolsillo, incluso ese mechón en apariencia rebelde que brilla, ónice, en su frente).
Se abraza con la desesperación del vacío a sus anchos hombros, casi como si el calor de su cuerpo fuese lo único capaz de sostenerle.

El sol se apagaba, ruborizado, en el horizonte, y las nubes se iban deshaciendo sobre su cabeza, a la par que las estrellas apuñalaban el cielo con su tenue brillo, y un pálido plateado difuminaba el aire y descoloreaba todo.

Pero seguía tras él, ominosamente cerca, siempre a una distancia prudencial, con expresión dolorida y aspecto difuminado.
Finalmente, aunque no dio muestras de percibir su presencia, fue encorvándose por el peso, y gruñendo de dolor por las emociones que revoloteaban a su alrededor, dudas y luces en la oscuridad.
La niebla, lentamente, lo alcanzó. Sus rasgos se volvieron irreconocibles. Las lágrimas hacían brillar sus ojos cuando se detuvo, la mirada fija en el reloj de bolsillo dorado que sostenía una mano temblorosa.
No pudo evitar escudriñar por encima de sus cansados hombros, con curiosidad, aunque sintiéndose culpable y sin abandonar esa mueca perenne de sufrimiento en su distorsionada realidad.
Unas iniciales en relieve. La rabia de sus pasos, que nunca dejaron de tener esa elasticidad propia de su compostura de caballero chapado a la antigua, cobraría sentido para otros. Lo que miraba por encima de su hombro y siempre le había seguido se limitaba a seguir lamentándose por algo, sin comprender. Al fin y al cabo, lo único que debía hacer era acompañarle hasta la niebla, donde lo perdería de vista, como siempre pasaba con todos. No le interesaba nada más, y quizá fuese eso lo que lo entristecía. O quizá fue cómo había cambiado todo para aquel hombre encorvado desde que ella encontró la niebla.

Un deambular frenético, incansable, de rápidos vistazos a las manecillas y farfulleos ocultos bajo una máscara impenetrable.

Al final, a pesar de haberlo abrazado con ansia tantos años, lo soltó, y, como siempre, todo lo que pudo hacer fue ver gris... y oír, alejándose, el eco de sus pasos en la niebla.




"There's nothing left but wasted years".
Cold - Wasted Years

2 comentarios:

Lily dijo...

Enamorado de mis textos? Ridículo, admite de una vez que estás enamorado de mí, no engañas a nadie xDD

Son las doce menos diez, acabo de llegar a mi casa...¡He visto Crepúsculo! xDDD, e iba a meterme en el cine otra vez, con otro amigo, (sí, quedo con diferentes personas para ver la misma película, lo sé, soy patética) pero... en fin, me desmallé al salir de la sala. En mi defensa tengo que decir que no fue por Edward xDD aunque bien podría haber sido causa suya (oh Edward (L)) pero me mareé y me di una ostia y un tío me echó agua muy fría en la cara, y ahora estoy aquí muerta de frío y con los ojos tiznados de un rimel muy pijo que supuestamente no se corría pero voila... ¿Y por qué te cuento esto? Yo que sé, porque no estás conectado, si lo estuvieras se me habría ocurrido otro tema del que hablar... o no xD

El caso es que me duele estar despierta xD mi cabeza va a estallar, y me apetecía hablarte, pero no comentar tu texto, no estoy en condiciones... mañana, ya. =)

Lily dijo...

Ya he vuelto ^^
Bueno: de pasos elegantes y felinos, que fluyen casi como la superficie de un lago mecida por el viento. No sé cuántas veces he leído esta frase, me ha encantado *.*

Ahora… no me ha gustado nada eso de que las estrellas apuñalen el cielo. Dentro de que es algo completamente subjetivo y dicha frase podría cautivar a otra persona, yo habría elegido un verbo más…suave para reflejar la relación entre el cielo y una estrella. No sé, son complementarios, en mi opinión entre el cielo y las estrellas no hay lugar para puñales…

Adoro la parte en la que comienzas a hablar de la niebla. Podrías hacer un relato mucho más largo con esa idea, y no te reñiría porque fuera un relato y no un texto.
Me ha recordado a Niebla, de Stephen King. Mi tío me la leía antes de dormir cuando era pequeña, y a la mañana siguiente me daba miedo ir al colegio si el cielo no estaba despejado xDDD. Joder, si alguna vez tengo una hija le leeré los tres cerditos, para que duerma bien xDDD.