23/9/09

Asustado

Salir corriendo bajo la lluvia,
o sentarse a esperarla,
tal vez bailar con ella.
Reclinarse sobre la tierra o la hierba,
mirar el horizonte,
apagar un cigarrillo,
hablar en voz alta con uno mismo.
Observar con fijeza miradas,
hacer el amor mientras se folla,
susurrar sinsentidos al oído de alguien,
conocerla sin hablarse,
encender un cigarrillo.

Ocultarme apáticamente tras mis sonrisas, preocuparme y no tomarme nada en serio, llorar a escondidas en mí mismo, suspirar a solas para que nadie me oiga, subir el volumen de los auriculares para no oír a nadie, concentrarme en tinta y papel hasta desaparecer, gruñir con violencia a la vuelta, despertar con un ojo abierto y sintiendo un frío lacerante en la piel, abrazar mis musas y anhelarlas, desear fervientemente comprensión, leer, escribir, leer...

Salir, sentarse, tal vez bailar, reclinarse, mirarte, apagarme, hablarte, observarte, hacerme, susurrarte, conocerme, encenderte, ocultarme, preocuparme, llorar, suspirarte, subirme, concentrarme, gruñir, despertarte, abrazarte, desearte, leerte, escribirte, leerte...

Sorprenderme. Sorprenderte.

Tal vez... quererme. Quererte.

5/9/09

Entre las cenizas del recuerdo Peractio

Hay veces que un simple “lo siento” no es suficiente, y algo dentro de ti se niega a escuchar por mucho que la otra persona parezca arrepentida. Sentir mordeduras de dolor y hacer caso omiso, remordimientos mudos y orgullo herido, que lo único para lo que sirve es aumentar el sufrimiento. Lágrimas que amenazan salir, acalladas como una muchedumbre insurrecta, hacen darse cuenta de que hay que salvar la situación de alguna manera.
¿Huir?¿Afrontarla?
El escritor, en toda su aparente arrogancia y arrojo, se atraganta con las palabras y bebe en silencio, observando apáticamente el rostro de ella, de su melancolía en forma de mujer, de su rescoldo y a la vez última jarra de agua fría sobre las cenizas del recuerdo. Capaz tanto de llevárselas como la brisa, como de hacer que su vida combustione de nuevo y acabe asfixiándose con el humo de su propia autocompasión.
¿Huir?¿Afrontarla?
¿Qué hacer ante lo único que te ha mantenido vivo, que no cuerdo?
Necesitaba respuestas a mil preguntas, y su cerebro no era capaz de terminar de darle forma a ninguna. Había soñado con ese momento durante dos años, pero jamás había estado preparado para vivirlo realmente.
La ciudad parece más gris que de costumbre, los coches más silenciosos que nunca, los transeúntes encorbatados menos irritantes. Y allí, en una terraza sin importancia de una cafetería sin importancia en una ciudad irrisoria un pequeño hombre, del todo dispensable, se siente más vivo y muerto que nunca.
No entiende, ni con toda su relativamente amplia cultura y aventajado intelecto, nada. Se siente pequeño, se sabe tal y eso le deja un sabor amargo en la boca, porque nunca había estado tan seguro de algo.
Pero ella puede cambiar eso. Y puede porque él quiere, anhela con todo su ser que sea así. Aunque no dará el primer paso, eso ni pensarlo, tiene demasiado miedo y rencor dentro de él como para atreverse. Es sólo un escritor, y un hombre pequeño ante un mundo aterrador.
El pasado le reconcome por dentro, le devora a pasos agigantados, y teme todo. ¿A qué atreverse, si siempre van a hacerle daño?¿Quién se atrevería?
Hablamos de palabras mayores aquí, esto no es como salvar el mundo de una hecatombe ni marcar un hito en la historia con heroicidades. Esto son sentimientos de un único individuo, es su mundo, su yo por completo, pendiendo de un fino hilo que cada vez le parece más y más inseguro.
Y todos sabemos que una persona siempre va a importar más que todo el mundo.
¿Huir?¿Afrontarla?
¿Qué hacer cuando las cenizas de tu recuerdo toman forma y te abofetean?
¿Qué hacer cuando empiezas a darte cuenta de que ya nunca volverán a ser simples cenizas, sino que serán de nuevo todo lo que eran antes de arder, que volverán a SER, y que tendrás que soportarlo de ahora en adelante, porque ninguna brisa podrá llevárselas?
No todos somos tan fuertes como para deshacernos de nuestras cenizas por nosotros mismos. Hay gente tan débil que toda su personalidad está compuesta y construida por miedos, que dependen de múltiples puntos de apoyo, y que una aparente fuerza y estabilidad pueden desmoronarse de pronto por un leve desequilibrio.
Aunque, para ser más exacto con la metáfora, para esas personas un leve desequilibrio en su mundo significa el principio de un incendio en un edificio sin agua ni ventanas, sin modo de frenar el fuego ni huir de él. Todo quedará reducido a meras cenizas, sombras de recuerdos que fueron, y a nosotros, patéticos cobardes, sólo nos quedará la sensación de asfixia y el humo en los pulmones, impidiéndonos respirar hasta, al final, dejarnos inconscientes para que nuestro mundo arda y seamos consumidos por las llamas.
Y, un día, te vuelven a mostrar lo que fuiste, y esa visión se queda grabada en tu retina, y ya nunca se borra, pero… no deja de ser una visión. Y tú sigues ahogándote con el humo.
Y acabo siendo ceniza entre tus recuerdos…

¿Huir?¿Afrontarla…?
¿Qué hacer, si no soy más que un pequeño escritor consumiéndose entre las cenizas del recuerdo?



Intrascendencias

Blausblausblaus.


¿Quien es Ella?

¿Cuantos caminos debe recorrer un hombre (o una mujer)?

¿Por que me duele el pie a veces?

¿De donde vienen los gremlins?

¿Tienen vejiga los fantasmas?

¿Los hombres somos ilusos y torpes per se, o nuestras madres nos lo enseñan a proposito para que sigamos sin entender a las mujeres?



Preguntas de la vida...

3/9/09

Pseudonimado

A veces, entran ganas de romper cosas. En general, nada especifico, y, cuanto mas grande, mejor. Como tirar un televisor, una estanteria, o un colchon por la azotea.

Es un estado transitorio de locura o enajenacion mental en el que uno no es uno mismo, hasta que no parte algo. O lo parte to.

¿Y sabeis que sienta mejor incluso que reventar cosas grandes?

Reventar cosas CARAS. Despues, cuando vuelves a ser tu mismo, te das de chocazos con la pared y te arañas la cara como una plañidera (si es que se llamaban asi esas mujeres tan lloronas y ruidosas de los entierros, es que no lo recuerdo); pero, durante ese instante, te sientes poderoso, plantas cara a todo el mundo en plan "¡JA!¡He desperdiciado dinero, ese dios tan preciado para vosotros!". Vale, que si, que luego te cagas porque es un dios omnipresente que nos jode a todos por igual, pero has tenido un orgasmo de ateismo que lo flipas.

En fin, que no soy yo, y voy a partir algo. Grande. O caro. Ya vere que pillo antes.