31/12/08

Otra noche

La noche empieza con un roto llanto en el resquicio de la puerta, una ausencia brillante y un resoplido teñido de hastío. Bien.
Ahora vienen esos rostros manchados de ignorancia, felices, que celebran su existencia. Aquí no se notan las notas de despedida, no se oyen estertores de hospital, ni resuenan deudas en huecos apagados. Sólo hay espacio para el cuarto vaso entre espaldas encorvadas que se estiran en sonrisas despreocupadas. No hay esquinas para llorar, ni asientos, ni desvelos. Alcohol, risas y devaneos. Ningún escombro desalmado al acecho del presente. Ninguno. ¡Ninguno!
Sin comentarios, por favor. Me sollozan al teléfono. ¿Qué? No, no pasa nada. Voy pa'llá. Nada, tengo que irme. No, nada, nada. Luego os veo. En cuanto me escaquee de urgencias, ¡fiesta!

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