3/12/08

El chico medio tirado

Veríais a un chico medio tirado en un sofá bajo, con las piernas cruzadas, contando motas de polvo en el aire y suspirando de vez en cuando.
Quizá un joven, de apenas veinte años en apariencia, ya con alguna arruga en el entrecejo de pensar a veces con demasiada intensidad.
Las gafas se le han resbalado un poco hacia abajo, pero no se molesta en volver a ponerlas en su sitio. De todas formas, es de noche, y contar motas de polvo tampoco es un ejercicio muy sacrificado para la vista a esas horas, más bien es... cuestión de echarle imaginación.
¿La conocéis?
Es esa otra, a la que veríais tumbada contando estrellas en el techo. Sí, esa misma, la que da golpecitos con el pie en un madero invisible, y tararea varias canciones a la vez, cosa no tan difícil si lo intentáis.
Parece joven, pero siempre lo ha parecido, es una de tantas características odiosas que tiene. Sus ojos... bah, ¿para qué intentar explicar el color de sus ojos? Su mirada es lo que realmente os apabullaría. Nunca sabréis si os está mirando fijamente o sigue el recorrido de alguna nube con forma de quimera o el vuelo de un dragón en la blancura que recubre la habitación.
Pero, si os mirase fijamente, creedme: lo sabríais.
¿Que cómo lo sabríais?
Pues... lo sabríais, simplemente. ¿Qué más da?
Ahora quiero hablaros de la pequeña hada que juguetea con los cordones del chico del entrecejo fruncido.
Sí, exacto, la que veríais semidesnuda con un halo parecido a un arco iris a su alrededor. Claro que quizá no la reconoceríais como un hada inmediatamente, porque no tiene esas absurdas alas de mariposa que todos parecen creer que tienen las hadas.
La única prenda que la cubre recuerda a algún camisón negro con volantes de lencería fina. Casi transparente, casi de seda, casi gótico, ¿sabéis?
Muy erótico, sí, pero mide menos de treinta centímetros y está jugando con el pie del joven medio tirado, ¿qué demonios estáis pensando?
¿Qué me decís de ese individuo con aspecto lúgubre que veríais sentado al borde del escritorio?
Es de constitución menuda, pelo largo y negro, y ojos grises y brillantes que se clavan con intensidad intimidatoria en el tipo de las piernas cruzadas.
Desde luego, no os gustaría tenerlo clavándoos esas penetrantes pupilas, profundas como nubes de tormenta y aún más turbulentas que la de un huracán, aunque... con una incoherente calma.
Inclinado hacia adelante en actitud predadora, felina, como si estuviese a punto de saltar, mueve los dedos en un tic extraño. Parece que tocase el piano a velocidad frenética.
Piano... como ese que veríais mirando por la ventana con melodía abatida y tonadas graves que encogen el corazón en su tristeza.
Suspira las y dos y res bemoles, y algún que otro fa sostenido. De vez en cuando, murmura lamentos.
Melancólico, el piano ese que se asoma a la ventana empapada.
Os sorprenderíais de la soledad que se advierte en la mueca de sus teclas, pintadas cada una con una fecha y un recuerdo.
En la esquina, dándole la espalda a todos, veríais una guitarra que no quiere que la vean llorar acordes.
Se le ha roto el si, así que está particularmente antipática (o con personalidad). Mejor dejarla que se desahogue.
Podríais ver el tatuaje que tiene hecho en la espalda, a rotulador, tan perenne como si estuviese grabado a fuego.
Otra fecha, con un nombre.
También veríais el tiempo imitando el sonido de una gota, sólo para molestar cada segundo, incapaz de detenerse. Las sombras haciéndose las interesantes, escondiéndose en cada recoveco de la brillante luz amarillenta de una bombilla. Las letras hojeando las páginas de un libro que se estremece de gusto con cada nuevo resoplido del viento que se cuela por un resquicio de la ventana, que está atascada porque se ha puesto en huelga y se niega a cerrarse. Los abrigos cuchicheando, pegados a la pared, para que nadie los oiga. La ropa limpia guardando cola para entrar en el armario, donde han puesto la entrada demasiado cara y sólo entran gratis las camisetas, esas casquivanas a las que le vale cualquiera, para que den ambiente.
Pero claro... sólo veríais todo eso si estuvieseis en mi mente ahora mismo.

1 comentario:

Gaia Moridin dijo...

Lo primero de todo es que pese a no haber dejado comments te he leido asiduamente^^, pa que no digas. Me ha gustado este texto, lo unico es que bajé para ver el final y me espoilee la frase memorable, por lo que perdió gran parte de su gracia XD.
En cuanto vuelva a follar con mi musa tendras respuesta, te lo prometo (bueno, quizás)

Un beso