20/4/09

Otoño

Aquí hablo de mi estación favorita del año, porque no hace ni frío ni calor, y llueve mucho. No, no es la primavera, sino el otoño, de colores más fríos, teñido de dorados y cobrizos, y lleno a rebosar de esa sensación de final que nos hace realmente recapacitar sobre el camino que nos trajo a él.

Lo imagino como una figura de larga melena entrecana, que algún día fue pelirroja, sentado en un bordillo viendo pasar gente delante de él sin realmente mirar a nadie, con las pupilas temblorosas y empañadas, ambarinas, y su mente abstraída en blanco.
Lo imagino con un cigarro consumido entre los dedos, aún humeante, y exhalando en largas vaharadas un estremecimiento en su pecho, cubierto por una fina camisa blanca de seda.
Lo imagino con barba de algunos días, con leves arrugas alrededor de los ojos, en el entrecejo y en la comisura de los labios.
Lo imagino con vaqueros rotos y zapatos negros, con pinta de haber sido, alguna vez, buenos zapatos de noche.
Lo imagino con ramitas y hojas secas en el enmarañado pelo cobrizo apagado.
E imagino que, cuando se levanta y se marcha, sus articulaciones crujen y chasquean como un tronco viejo al partirse.

1 comentario:

Barbijaputa dijo...

Verano;

El verano es una mujer, que se sienta desnuda en la orilla de una playa virgen y se deja bañar por el rompeolas, sin inmutarse. Su piel es morena, el sol la ha curtido durante milenios... y la sal del mar se ha solidificado en su pelo rizado, llenándolo de lo que parecen ser canas.

Mira al horizonte con expresión imperturbable, pero algunos dicen que parece sonreír.

Sus ojos entornados a causa de la luz cegadora del día, son a veces grises y otras verdes. Enormes, rasgados y luminosos.