16/4/09

"No pasó nada"

El eco de sus pasos resonó en el hueco pasillo, arrastrado en un vacío gélido y, de algún modo, abismal. Su mano se iba dejando caer de protuberancia en protuberancia de la granulada pared, dibujando con las yemas de los dedos casi las mismas ondas irregulares que los latidos de su corazón pintarían en una pantalla al compás desfasado del "bip" mecanizado de un taquicárdico.
Se acercaba lentamente a la sala de estar, el frufrú del camisón acariciando sus tobillos y haciéndole incómodas cosquillas en lo más profundo. Quizá por eso deseaba reír, a pesar del ominoso silencio que podía inhalarse ya desde que entreabrió los ojos en la cama.
Al asomarse por la rendija de la puerta, suspiró, aliviada. Sólo un segundo.
Las quietas figuras de sus progenitores, abrazados en el sofá, contemplaban un silencioso televisor en pause. El salón, medio alumbrado por la pantalla, no se inmutaba por la pálida luz plateada que se colaba entre las cortinas.
¿Mamá?¿Papá?
Nada, no pasó nada. Énfasis. Vehemencia. Aún nada.
Sacudidas, visión enturbiada por las lágrimas. Dolor, ¿eso que se encogía en su pecho era su corazón?
Lloró durante lo que le parecieron horas, aferrando con desesperación el pijama de su padre, humedeciendo su hombro, sin que él reaccionase de ningún modo, ni diese aún señales de verla siquiera.
Cuando algo de calma se abrió paso entre las nubes de su encapotada consciencia, se detuvo a observarlo todo, intentando ordenar su caótica mente.
La expresión dolorida de su madre, aún estática desde hacía varios meses, a pesar de su intento de aparentar entereza frente a ella. La casi catatónica de su padre, que simplemente parecía no hacerse a la idea, por muchos historiales y pruebas que lo confirmasen.
No respiraban. No latían. Sólo... estaban.
No debió estar tanto tiempo llorando, ya que aún era noche cerrada. La imagen de un tipo trajeado la observaba desde el televisor, en pause, como si la hubiesen detenido en el momento justo en que él los miraba.
Una nueva oleada de dolor, punzante y frío. Todo iba al revés. No reconocía la película.
Fue al cuarto de baño, y con tembloroso pulso (más propio de un anciano con parkinson que de una niña de nueve años) se mojó la cara. Una, y otra vez, como si el agua pudiese ir más hondo, más allá de la piel, y borrar esa suciedad incrustada en su cerebro que le decía que acababan de perforarle la caja torácica con un taladro del quince.
Vio (entrevió) su demacrado reflejo, las ojeras, la piel agrietada debido a las sonrisas que se obligaba a mostrar siempre. Se pasó una mano húmeda por la nuca, rapada, como toda su cabeza, y volvió a salir al salón. Cogió con pulso aún inseguro el mando del DVD y pulsó off. Una, y otra vez. Un nuevo escalofrío y un tipo extraño de alegría anidaron en ella mientras, con los lacrimales hiperactivos, volvía a su cuarto, se sentaba en el borde de la cama y acariciaba su propia piel. Su pálida y fría piel...
Nada.
No pasó... nada.

3 comentarios:

Jolene Aims dijo...

O.O...
Desolador...
y aún así sublime como siempre ^^. Estoy por no comentarte nunca más y volver a poner, bonito y cosas así. Este relato me lo habías pasado ya antes? Hmmm... En fin... tendré que trabajar yo también... Yo hacía eso de escribir... xDDD

Ladrona de Mentiras dijo...

Eres la imaginacion personificada.
Le hubiera dado un gran abrazo a la muchacha, seguro que está muy muy fría.
Hoy parezco el oso amoroso ¬¬'

DdlMoral dijo...

Genial. Simplemente genuino :O