6/11/08

Afortunadamente

Afortunadamente, la rutina existe.
¿Qué, si no, iba a proporcionarnos la seguridad de saber exactamente dónde estaremos mañana?
Recuerdo haberla visto siempre como una prisión, ideada por mentes retorcidas para convertirme en reo de mi propia existencia.
¡Falso!
¿Qué clase de prisión permitiría al recluido caminar por las calles y respirar aire fresco, como cualquier otro?
También encuentro en mi memoria, dispersos, fragmentos de una idea o teoría relacionada con el hastío, sempiterna muerte de todo ego que se precie.
¡Falso!
¿Qué celda? Oh, dime, ¿qué celda encuentras, en cualquier lugar, que dé más control y fuerza a una personalidad reflexiva?
Además, pensaba de la monotonía que era una vil traición, colocada ante nuestros ojos sólo para aquellos avariciosos con afán de controlar el tiempo, y el cambio.
¡Falso!
¿Qué barrotes no impedirían al prisionero la ilusión siquiera de control sobre su vida?
¡Falso!¡Todo es falso!
Maldita sea, sé dónde estaré mañana a esta misma hora, y eso me hace suspirar con alivio, pues aquellos que eligen qué hacer sobre la marcha no pueden decir lo mismo; sé que no soy prisionero, a pesar de que el mismísimo Pitágoras viese el cuerpo como cadenas que atan el alma al mundo, ya que camino por donde quiero para volver al trabajo, no como aquellos, tan cegados por paredes de su propia improvisación, que a veces ni caminan, ni respiran; sé que la calma y certidumbre de un horario no me aburren, que dan fuerzas y estructura a mi mente, y la educan, no como esos pobres diablos que a veces se cansan hasta de sí mismos; sé qué hora es, y qué tengo que hacer a la hora siguiente, no me es necesario complicarme preocupado por la incertidumbre, la de los que ni siquiera miran el reloj.
Oh, sé muy bien todo eso. Lo he aprehendido a través de la costumbre.
Y sólo me preocupo de comprobar la hora para no llegar tarde...
Oh, sí... afortunadamente... la rutina existe.

1 comentario:

Gaia Moridin dijo...

Sí, estoy completamente de acuerdo contigo, que sería de nosotros sin los relojes de acero que controlan nuestras vidas, que las marcan con delicadeza, que las llenan de minutos existentes tras una esfera de cristal. De que viviríamos, que motor impulsaría nuestros sueños sino es la maquinaria tan bien engrasada de la que todos formamos parte, en la que todos tenemos un lugar determinado por los demás, por la relatividad de un alma en un cuerpo anómalo. Quiero saber el futuro que viviré, en el cual languidecerán mis años y mis días, las contables células de mi cuerpo, que mueren cada siete años. Se que puedo contar lo que vivo, lo que hago y lo que espero, puedo medir el tiempo, el espacio, el sueño. Puedo decirte cuantos días, horas, minutos y segundos transcurren mientras hago algo, todo el mundo puede matematizar su vida hasta lo absurdo, y eso está bien, no deja nada al libre albedrío. Porque sé que si sigo la senda viviré en la senda, no es necesario más de lo que ya poseo para conseguirlo, los altibajos sólo serán la cal, el resto la arena, o tal vez al revés, nunca lo he tenido claro. Pero pensemos por un momento acabar con todos los relojes, acabar con todos esos amos a los que estamos esclavizados. Un beso duraría una eternidad o un instante, no doce estúpidos minutos. Un atardecer el suspiro excitado que exhalas al contemplarlo o los recuerdos de toda una vida. No sería tanto futuro amenazando presente ni tanto futuro cayendo de la montaña donde se encuentra nuestra muerte. La vida humana es demasiado corta o demasiado larga, depende de lo que hagas para llenarla. Si vivir en la rutina te emociona de esa manera y es capaz de hacerte sentir así todos los días de tu vida, entonces tienes mi más sincera enhorabuena y me siento bastante celosa de ti, pero entonces es sólo problema mío si la vulgar realidad en la que vivo me aburre y tengo que buscarme otros alicientes. Pero vamos, continúa con tu rutina si te viene bien, ya me contarás historias sobre las piedras de tu escalera, si lo normal no te deja sin imaginación antes. No termino de entender lo que acaba de salirme, pero bueno, si tú reutilizas textos para dejarme comentarios perfectamente puedo delirar yo en tu blog.

mec-mec (es coña, me parece horrible, esta vez en el sentido estricto)