15/3/09

When passion's lost...

"And all the trust is gone..."

Cuando parece que todo y todos te abandonan. Y no hay más que escombros a tu alrededor, arena gris arrastrada por el viento y niebla que te absorbe, que bebe de ti, de tu mente, tus recuerdos, que se emborronan ante tus ojos y se desintegran, pasan a gaseoso y te obnubilan...
Y las manos te tiemblan, sudorosas, y el pulso se te acelera, y los pulmones se cierran, y, desesperado, alargas la mano hacia la blanca nada que te encierra en tu soledad, intentando dar bocanadas de aire contaminado.
Ruinas, todo tú estás hecho de ruinas, y ni siquiera antiguas, son paredes de papel que se humedecen y quiebran con facilidad, apenas una o dos lágrimas después que tu autoestima. Ruinas y sangre. La que palpita en tus pensamientos y los tiñen de rojo. Ese rojo obscuro y violento, que fluye cual río desbocado, corriendo más y más rápido en tu imaginación, dejando atrás tu iniciativa.
Y el blanco te consume.
Y una figura desconocida resurge de sus pesadillas. Es joven, no llegará a dieciocho años. No tiene nombre. Se llama él, en minúsculas, porque todo él es minúsculo, se siente tal, y se sabe tal. No tiene tampoco autoestima, ni iniciativa. Pero no ve en blanco, ni en rojo, ni escombros ni polvo.
Su gesto al incorporarse es agonizante, brusco, y su rostro pálido, húmedo de gélido sudor. Pronto vuelve al estoicismo, sin embargo, se seca la frente y suspira. Se levanta, frotándose los ojos de un modo que parece inconsciente, y se encamina al baño. Se inclina con ademán desganado para abrir el agua fría de la ducha, que le golpea la nuca unos momentos antes de que vuelva a cerrarlo.
Se detiene frente al espejo, con expresión aún somnolienta y abatida, y sacude la desgreñada melena rubia que le cae en descuidados bucles sobre los hombros, secándola como un perro.
Al comprobar su móvil, ve tres llamadas perdidas. Dos del bar, y una de su única amiga. ¿Quién más le llamaría?
Mientras se viste, recuerda un pasado definido como traumático por muchos psiquiatras, como indiferente por él mismo. Un padre que no volvió de comprar tabaco, un padrastro violento, bromas en el colegio, putadas en el instituto, familiares que desaparecieron pronto cuando se quedaron sin casa...
Y ella, siempre ahí. Contra todo pronóstico.
Todo era poco interesante.
Salió del piso con los cascos puestos, pero apagados. El mp4 ni siquiera tenía canciones. A paso lento, se encaminó hasta el bar de siempre, y al llegar el camarero tras la barra lo miró con expresión agria.
- Ya se la ha llevado tu amiga.
Asintió, apático, y dio media vuelta.
Llegó hasta su casa, cogió la llave de repuesto escondida bajo el felpudo, y entró sin decir nada. Su madre estaba en el sofá, desparramada con las mejillas enrojecidas, la ropa dejada caer de cualquier manera sobre la mesa, y una manta cubriéndola hasta el cuello. Roncaba como un carretero.
- Anoche te llamé - se giró hacia el pasillo, desde donde la voz de ella sonaba adormecida - Me avisaron del bar y fui a recogerla. Supuse que estarías descansando después de la tarde de ayer, y preferí traerla aquí...
- Gracias - dijo él con tono neutro. Se acercó a ella, que, en ropa interior, lo miraba con preocupación.
- ¿Cómo te va? - musitó cuando estuvieron a algunos centímetros. Estaba apoyada en la pared, con aspecto de cansada - Digo en el trabajo y eso. Hacía días que no sabía de ti.
- Todo sigue igual - acarició su mejilla. Sabía que a ella le gustaban esos gestos, y lo confirmó al girar la cara y besarle la palma de la mano - Dicen que me harán un contrato en cuanto cumpla los dieciocho.
- Entonces la semana que viene serán dos cosas que celebrar - le sonrió con los ojos entornados y esa mirada tierna que reservaba para él.
- ¿Y tus padres? - apartó la mano. No pensaba que su nacimiento fuese algo digno de fiestas o alegría. No le importaba.
- Trabajando, ya lo sabes - lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos - La clase es bastante aburrida, pero pensé en avisar a algunos para que viniesen el viernes. Pensé que quizá querrías verlos.
- No me interesa verlos - le quitó un mechón de la frente, devolviéndole una mirada intencionada. Aferró su nuca, la atrajo hacia sí, y la besó.
Fueron a su habitación, la cama aún estaba deshecha. Ella le dio un cigarro al terminar, y se encendió uno. Acarició su pecho desnudo.
- Te quiero.
- No.
- Sí - le rozó el cuello con los labios - Quédate conmigo.
- Tengo que irme - dicho y hecho.
Su madre se tambaleaba, pero podía andar por sí misma.
- Feliz cumpleaños, cariño - le sonrió abrazándolo.
- Es el próximo viernes.
Ella lo ignoró, y, cuando llegaron a su casa, empuñó una botella de vodka. Él dio el primer trago, y fue a la ducha.
Su madre entró en el baño poco después, también desnuda.
- Tengo que ir a trabajar - le dijo cuando entró con él y lo abrazó, derramándole vodka en el pelo. Le selló los labios con un beso, y le acarició la entrepierna. Él volvió a lavarse la melena, ignorándola, aunque su cuerpo reaccionase.
Salió de la ducha, dejándola sola y gritándole incoherencias sobre insatisfacción y lazos fraternales.
Para cuando llegó al taller, eran las doce.
- ¡Llegas una hora tarde! - le rugió su jefe, un hombre de al menos doscientos kilos que siempre parecía estar sudando y con un bigotillo ridículo que él consideraba gracioso. Lo miró, impasible.
- Perdón.
A los pocos segundos, el enorme mecánico apartó la vista, mascullando "bah" y señalándole una moto desnuda.
Siempre provocaba eso en los demás. Parecía que se perdían en sus ojos, y encontraban algo que les daba miedo. A todos, excepto a ella. Y a su madre, desde que entró en ese estado de embriaguez permanente. Aunque antes, ni siquiera su madre lo resistía. Cuando tenía ocho o nueve años, y clavaba su mirada vacía y oscura, a pesar de tener irises de un color azul casi blanco, en alguien.
Por eso su padrastro le gritaba. Y le pegaba.
Por eso, seguramente, su padre huyó. Por eso y porque su madre empezó a beber.
Pero no le salía mirar de otra forma. Pensaba en ello a menudo, en esa cualidad extraña que nadie más parecía poseer. Algunos psicólogos hablaron de que todo era a causa de su situación familiar.
Pero a él no le importaba su situación familiar. Le había tocado, y vivía con ello. Lo soportaba todo, incólume, inamovible e inconmovible.
Al llegar a casa, su madre estaba tirada junto a la entrada, y vio el salón destrozado. El televisor en el suelo, la mesa volcada, el sofá con toda la esponja sacada a cuchillazos, la lámpara rota, la maceta destrozada... y la botella de vodka, rota, junto a la puerta.
Se había vuelto demasiado incómodo y problemático soportarla. Se acercó a ella, y la levantó en volandas, lo que provocó que ella despertase, con la mirada desenfocada. Le sonrió, y lo besó en los labios. La soltó sobre la cama, ella alargando los brazos hacia él.
- Ven aquí... ven... te quiero... cariño... ven con mamá...
Empuñó el cuchillo con el que ella había asesinado el sofá.
- Dame un abrazo, cariño... ven, abrázame...
Hizo lo que le pedía. Ella aprovechó para aferrarlo con fuerza y mordisquearle el cuello. Él resbaló la cuchilla por su piel, buscando un hueco entre las marcadas costillas... y hundió el frío metal entre la cuarta y la quinta, removiéndolo dentro de la herida para asegurarse de que el corazón quedaba destrozado.
Ella expiró casi de inmediato, sin emitir un grito siquiera.
Después, la descuartizó, y envolvió los restos en las ensangrentadas mantas, junto con el cuchillo.
Por la noche, a eso de la una de la madrugada, bajó a tirar todo lo que había manchado de sangre a la basura. Tuvo que hacer dos viajes, y el segundo fue incómodo, al tener que bajar él solo el colchón por las escaleras.
Cuando subió al piso, se tumbó en el sofá, agotado, sin cerrar aún los ojos, mirando fijamente la pequeña figurilla del gato de cerámica que le había regalado ella un buen día. Siempre le habían gustado los gatos.
Nadie le había visto, como cuando hizo lo mismo con su padrastro, y, al día siguiente, se incorporó con un gesto agonizante, brusco, y el rostro pálido húmedo de gélido sudor. Pronto volvió al estoicismo.

"...way too far... for way too long...".

5 comentarios:

Ladrona de Mentiras dijo...

Escalofrío*

Jolene Aims dijo...

Me has exo llorar ijo de puta...
No se k a pasado a mediados del relato, k a sido cn lo k me e identificado, o k a activado mi empatia en 0.32 segs, pero se me an empezado a enxarcar los ojos.

>.< Maldito seas xDDDD

Magnifico final, para un magnifico relato, cn un magnifico personaje (k no se pq e identificado un poco cn manu, un poco cntigo y un poco cn alguien k no existe... ains...)

Médula dijo...

Ha sido leer el título de la entrada y empezar a cantar "And all the trust is gone, way too far... for way too long...", me ha hecho muchísima gracia ver luego que lo tenías escrito.

Dejando a parte eso, el texto es una absoluta pasada. Una a.b.s.o.l.u.t.a pasada. Me has dejado sin palabras .__.

Médula dijo...

Pues dicho y hecho :P
Últimamente estoy muy poco inspirada, tengo que llamar a mis musas :/

Barbijaputa dijo...

>>y hundió el frío metal entre la cuarta y la quinta, removiéndolo dentro de la herida para asegurarse de que el corazón quedaba destrozado.


Tiritera.

Tremendo.