19/11/09

Tragarse el orgullo

- Son cosas de adultos. Vete a jugar un ratito, ¿vale?
Las cosas de adultos eran aburridas, lentas, grandes e injustas. Al menos, esa era la definición que su pensante cabecita de seis años había encontrado satisfactoria. Aún así, de vez en cuando sentía curiosidad, y se acercaba a hurtadillas, sentado en el pasillo, a escuchar hablar a su madre con el vecino.
Hablaban de muchas cosas, algunas incomprensibles que él después le preguntaba a su padre cuando venía a recogerlo, como aquella vez que mencionaron "economía".
- Algo muy feo que aún no tiene que asustarte - le había explicado papá revolviéndole el pelo. Aquel día se enfado, porque a él no le asustaban las cosas feas, pero se le olvidó cuando, para pedirle perdón por herir su orgullo, su padre le regaló un helado. Después le preguntó qué era "orgullo", y, tras reírse, él respondió - Lo que hace que te enfades con las personas que quieres.
Se había puesto muy triste después de aquello, así que él, con su pensante cabecita de seis años, encontró la solución: le regaló su helado (lo que quedaba de él) y le prometió que no haría orgullo nunca más. Su padre volvió a reírse, y luego no se acordaron del orgullo y fueron al zoo, como ya habían planeado.
Al llevarlo de vuelta a casa, pasó algo extraño. Se oían ruidos raros y gemidos, y papá parecía asustado, quizá por miedo a que le hubiese pasado algo malo a mamá mientras estaba fuera, ya que llevaba unas semanas sin dormir en casa. Pero su padre se limitó a volver a cerrar la puerta, y montarse en el coche. Su hijo lo siguió, y se abrochó el cinturón mientras arrancaban.
- ¿Estás enfadado? - estaba muy serio, con la mirada fija en algún punto extraño más allá del cristal - Te prometo que no haré orgullo más nunca.
Él lo miró un momento como si no le reconociese, y después esbozó una sonrisa tan triste que le dieron ganas de llorar.
Dijo algo, pero su hijo no pudo oírle, entre el estampido de metal contra metal, de cristales rompiéndose, el claxon de un camión, el estallido de los airbag, y lo oscuro que se estaba poniendo todo a su alrededor...

2 comentarios:

Ladrona de Mentiras dijo...

Jobar..
Ojalá cambien las cosas para ese niño, me cae bien.

Gaia Moridin dijo...

Me ha sorprendido tu definición de orgullo, nunca me lo había planteado así, pero creo que por una parte tienes razón, te falta la otra.
Por cierto, en mi blog hay una petición formal hecha por uno de sus ilustrísimos visitantes que creo que deberías contesta ¬¬ (está en la lista de comments de "Freudiano")
Lo que me recuerda que igual que la ignorancia es cruel para ti, también lo es para mí, y ya que yo solucioné la tuya creo que me debes lo mismo.

P.D.: Tu niño decrece, ¿o qué? Antes tenía 7 años... XD Es broma, a mí también me cae bien.