25/5/09

Entre las cenizas del recuerdo III

¿Qué parece el rastro de la gente? Vasos rotos, oscuridad prematura y bolsas vacías. Voces de fondo, es todo lo que queda, fundido en negro, como en una foto antigua escalas de grises que recuerdan irremediablemente a una noche de fiesta cualquiera, a una juventud desfasada, a un polvo fácil, que se rememora sólo entre amigos. Los pasos se adueñan del consciente bebedor que saborea ron entre labios desconocidos.
Su pulso se acelera inexplicablemente con las luces semiapagadas de las farolas.
El escritor sonríe irónicamente, abrazado a su sobriedad como un náufrago a un madero, desesperada e inútilmente. Tarde o temprano sus dedos perderán la fuerza, su sobriedad se disipará entre bocanadas de agónica esperanza, y su coma etílico sucumbirá junto a desconocidos rostros en desconocidas mañanas que saben a alcohol. El escritor observa a su amigo, pintor, que bebe café entre inconsciencias.
- Te dije que no bebieses.
- Cállate.
Sí, eso, te lo dijes. Siempre te lo dijes, siempre con la razón. ¿Qué sentirá la gente que tiene siempre la razón?, se pregunta con desenfocadas pupilas mientras imagina empuñar un bolígrafo para ponerse surrealista. Está tan acostumbrado a equivocarse que ni con su prodigiosa imaginación es capaz de ponerse en la situación de alguien cuyas verdades siempre sean indiscutibles.
Además, era mucho mejor artista que él, y, aunque fuese su mejor amigo, esa envidia por su talento siempre había estado ahí agazapada, y ahora se bañaba con los cubatas, en una especie de orgía mental entre los recuerdos que afloraban a su semiconsciencia.
- Cállate, y sigue bebiendo tu asqueroso café.
- Pero te lo dije. Y aún estabas sobrio, así que podrías haberme oído. Te lo dije, ¿no?
- Ah, sobrio... sobrio... recuerdo cómo era eso... ¿cómo era eso?
- Como cuando podías tenerte en pie.
- Ja-ja... mira cómo me río. ¿Ves cómo me río? Me descojono con tus ocurrencias.
- Ni siquiera eres capaz de soltar un sarcasmo decente. Deberías parar ya. Los otros ya han parado.
- No tienen aguante, están todos por ahí tumbados ahogándose en su propio vómito.
- No es cierto, están en el salón, bailando, tú eres el que ha ido a vomitar, y ahora está tumbado en la cama de la habitación de invitados.
- Cállate.
- ¿Por qué te haces esto?
- ¿Y tú por qué crees? - recordó pensar algo parecido a "basta ya de polladas" - Porque me he entregado a una espiral autodestructiva melancólica digna de Baudelaire, ¡envidiadme, poetas del siglo XIX! - alza el puño e intenta incorporarse en una pose victoriosa - ¡Ni con vuestro opio y absenta...! - vomita - ¡...podéis ganarme!¡Porque estáis muertos!¡Ja! - vuelve a caer sobre la cama.
- Agh, qué asco, mira cómo has puesto el suelo, está todo perdido...
- Creí haberte dicho que te callases.
- Cállate tú, ¿no te jode?¿Quién crees que tendrá que limpiar después? Ésta es mi casa, capullo, y has vomi... ¡Dios!¿Qué cojones es eso?¿Chorizo?¿Es que no masticas?
- De vez en cuando se me olvida, no creí que me lo tuvieses en cuenta.
- Tu vida se ha convertido en alcohol, comida basura y putas, ¿qué coño te pasa?¿De verdad que estás en una espiral autodestructiva? - el pintor calló un momento. Entre la oscuridad de la habitación y los nublados sentidos del escritor, su rostro en sombras parecía desaparecer en la noche - ¿Es por ella?
- Cállate.
- ¡Oh, sí que es por ella!¿Por qué? - parecía enfadado. Con razón, a no ser que el alcohol también hubiese empezado a borrarle la memoria (cosa que agradecería), el escritor tenía construida la teoría de que aquel gran amigo suyo iba tras su culo - Ya han pasado casi dos años, ¿no crees que el tiempo razonable de lloriqueos pasó hace tiempo?
- Que te calles, ¡he dicho! - se incorporó en la cama, quedando frente a su amigo, que le tendió un botellín de agua. Se limitó a echárselo por el cuello, deseando con todas sus fuerzas que los latidos en su cabeza acallasen o explotasen de una vez, que desapareciesen - No tienes ni idea.
- Oh, por supuesto, nunca tengo ni idea.
- Pues no, para tu información, eres un ignorante.
- Así que ahora soy un ignorante, ¿eh? - un brillo extraño asomaba a su mirada. "Bah, a la mierda con todo esto" recordó pensar justo antes de lanzarse al cuello del pintor.
Después, todo fue confuso, rápido y feroz, un amasijo de sábanas o imágenes con frases cortantes e irónicas.
- ¡AGH! Te sabe fatal la boca.
- Entonces no me beses ahí.
- ...has engordado.
- Que te calles.

A la mañana siguiente, el escritor se levantó con cuidado de no despertar al pintor, que tenía media espalda cubierta por esa melena de rizos negros que cuidaba con tanto cariño, y estaba expuesto al frío mordisco del viento matinal en el resto del cuerpo.
En el salón, cuerpos desnudos o semivestidos se cruzaban sobre las alfombras y los sofás, una pareja aún se movía y gemía tras la barra americana. Cogió un paquete de tabaco que estaba por el suelo y se adueñó de un cigarrillo, que se encendió al sentarse en la barra y mirar por el inmenso ventanal.
Estaban en un octavo piso, y se veía la ciudad, hasta lo lejos, donde un amanecer colorido y cuidadoso despertaba. La parte buena del atávico ciclo.
Un par de minutos después, mientras los gemidos subían de tono y el alba teñía de dorado calor los tejados, apagó el cigarro en un cenicero lleno a rebosar, mezclando en su imaginación sus memorias y vivencias con toda la noche pasada, rostros y momentos, fragancias y frases, voces y pieles... cenizas entre cenizas.

Y Jolene...



"Ella daba dos pasos hacia delante
Daba dos pasos hacia atrás
El primer paso decía buenos días señor
El segundo paso decía buenos días señora
Y los otros decían cómo está la familia
Hoy es un día hermoso como una paloma en el cielo

Ella llevaba una camisa ardiente
Ella tenía ojos de adormecedora de mares
Ella había escondido un sueño en un armario oscuro
Ella había encontrado un muerto en medio de su cabeza

Cuando ella llegaba dejaba una parte más hermosa muy lejos
Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla

Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina
Tenía los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad
Era hermosa como un cielo bajo una paloma

Tenía una boca de acero
Y una bandera mortal dibujada entre los labios
Reía como el mar que siente carbones en su vientre
Como el mar cuando la luna se mira ahogarse
Como el mar que ha mordido todas las playas
El mar que desborda y cae en el vacío en los tiempos de abundancia
Cuando las estrellas arrullan sobre nuestras cabezas
Antes que el viento norte abra sus ojos
Era hermosa en sus horizontes de huesos
Con su camisa ardiente y sus miradas de árbol fatigado
Como el cielo a caballo sobre las palomas
". Vicente Huidobro

3 comentarios:

Ego dijo...

Ya no lloro, mi amor, hago poemas,
y en vez de llorar yo, llora la tinta,
en mis versos las cosas que se pintan
salen de ti, mi preferido tema.
Sonetos que te llaman,
palabras que se prenden,
cosas que sólo entiende
alguien que también ama.

Jolene Aims dijo...

¿Qué sentirá la gente que tiene siempre la razón?

Me encantaria saberlo xDDD

Tu vida se ha convertido en alcohol, comida basura y putas.

Esas dos frases son magnificas completamente. El relato tiene un tinte etilico y confuso, o quizas sea que se que lo escribiste borracho xD, el caso es que no esperaba la orgia y el despiporre propios de los bohemios.

Y Jolene...

y eso?

Xochie dijo...

Jolene es Jolene,
y en su mente debe ser maravilloso vivir.
Me lo he imaginado todo, y es como si estuviese pintado en muchos mas matices que solo blanco y negro.
Me encantaria poderme imaginar la plenitud de todo el momento.
Estar realmente consciente.
Me encantó.