16/10/10

Locura Transitoria

De vez en cuando, se descubren matices asombrosos en los lugares más inesperados. Como un latido que de pronto resuena en los oídos y embriaga con cierta calidez húmeda todo el cuerpo, o una respiración que se queda a medias, cortada por un instante afilado y puntiagudo que se clava en la garganta.
A veces, cuando se cierran los ojos y se inspira hondo sin más motivo que captar cada pequeñez del momento que nos rodea, el mismo paso del tiempo parece sobrar, los principios básicos y físicos de la realidad están de más, la gravedad es relativa, el oxígeno, suplementario, la vida está infravalorada, la normalidad sólo existe de relleno, esos párpados cerrados, ese aroma a paz y pureza, ese silencio amplificado, ese regusto a perfección, esas pequeñas motas de luz que brillan tras la oscuridad...
De repente todo aparece diáfano, se entiende el universo, la armonía existe, la felicidad deja de parecer tan irrealista, y el caos está en orden.
Y el leve, infinitesimal hasta ser casi invisible, matiz de que esa situación acabará tarde o temprano... sacude el mundo con visos imposibles de realidad hasta transmutarlo todo en algo aún más bello, tanto como terrible, hace temblar la consciencia y estremece nuestras convicciones más arraigadas...
Y todo acaba.
Y es más bello, más terrible, más real y más onírico que cualquier otra cosa.
Y, de vez en cuando... es posible llorar y reír a la vez.

3 comentarios:

Jorge Andreu dijo...

Corroboro tu última frase. No sólo esta entrada de arriba abajo, sino que además subrayo que es posible reír y llorar al mismo tiempo. Extrañezas como la literatura y la música me causan ese efecto casi a diario.

Un fuerte abrazo.

Jorge Andreu

Desilusionista dijo...

Aprovecha esas milésimas de segundo. Cuando intentas recuperar ese estado, volver al mismo punto utilizando exáctamente la misma cadena de pensamientos, resulta que ya no está allí, y hay que esperar hasta volver a encontrarlo.

Pero eh, ahí está la gracia ¿no?

Ella dijo...

Uf...