11/6/09

Sarcasmo

Pobre sarcasmo, ya nadie lo usa.
Pobre sarcasmo, ya todos se insultan.
P.J. Rosado




La ambigüedad se ríe bajito y el sarcasmo hace tss
Ella no recuerda muy bien cuándo empezó a fijarse tanto en los detalles.
Él no sabe cuándo dejaron de importarle.
Ella ya no discierne lo que siente entre tantos buenos momentos.
Él cada vez lo tiene más claro.
Ella se arrepiente de haber malgastado el tiempo.
Él no se arrepiente de nada, a pesar de todo.
Ella lo mira, conteniendo el aliento. Está plácidamente dormido, con los labios entreabiertos y una mano en la frente, en una postura de lo más femenina, aunque adorable en cierto modo. Le huele el aliento a tabaco y whiskey, pero no es desagradable. Él huele a confianza, a seguridad, y allí, abrazada a su pecho desnudo, envuelta por su fuerte brazo, se siente protegida e inmune. Aunque nunca le haya gustado.
Él la contempla, suspirando. Duerme de lado, dándole la espalda, abrazada a sus piernas, y a veces le tiemblan los hombros en quedos sollozos, como si tuviese pesadillas. Entonces la abraza, y acaba por darle la vuelta y volverla hacia él. Es cuando ve su cara dormida, con el ceño ligeramente fruncido, y respirando de un modo trémulo por la nariz. Y le duele tanto que cierra los ojos, y se los tapa con el brazo para no mirarla de nuevo.
Y tantos, tantos ella pero él, él sin embargo ella, instantes confusos y pensamientos dispares, sí y no, que, al final, la ambigüedad se ríe a carcajadas, y el sarcasmo hace tss

1 comentario:

Ego dijo...

Yo, sierva y beata del sarcasmo, te agradezco este homenaje. Intentaré practicar más mi religión. Conozco a un buen maestro. Y llevo el símbolo colgado del cuello.
Un (b)eso