Al respirar por la boca le arde la garganta, como si le hubiese dado una calada demasiado ansiosa al cigarro. Se le agachan los párpados y suspira los latidos, consumiéndose lentamente. Detiene un gruñido y un balanceo de cabeza, aprieta los dientes, y entonces descubre la ausencia de elección alguna en sus propias reacciones. Como si los sentimientos le embotasen el sistema motriz y desposeyesen de autocontrol.
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